El sentido común no es tan común como parece

¿No creen que hay una falta de sentido común en general? Estas palabras en sí son tan irónicas, porque nos hacen pensar que hablamos de algo que vemos en todos lados, pero pareciera que los verdaderos unicornios son las personas que lo tienen. Vemos gente que no da las gracias después de sostenerle la puerta, no saludan cuando entran en un ascensor, o te empujan sin disculparse en el transporte público. Me cuesta creer que esa sea nuestra nueva normalidad.

Esos son ejemplos cotidianos que nos frustran. Y aunque técnicamente todo eso que enumeré son «habilidades sociales«, en la calle la gente lo interpreta como una falta de sentido común. Y es justamente ese consenso obvio sobre cómo coexistir el que parece haberse roto ([acá te dejo un artículo muy bueno explicando un poco más el concepto filosófico y psicológico]).

Esto sucede en todos los ámbitos: el trabajo, en relaciones de pareja, ¡incluso en nuestras familias! Es más, es tan raro ver el caso contrario que bien podríamos llamarlo “sentido incomún” (pero la Real Academia Española no acepta ese término, así que no). Y ni siquiera puedo decir que es algo generacional, porque entiendo que a los más pequeños se les escape lo que es la empatía, los modales, valores básicos de convivencia y normas sociales.

¿Se extinguió el sentido común? Yo empezaría explicando que no es algo instintivo, sino aprendido.

No nacemos con ese grupo de valores, modales y normas sociales que mencioné anteriormente, sino que nos lo van enseñando a lo largo de nuestras vidas. Además, otro factor a considerar es que esa enseñanza no es universal, sino que está filtrada por la cultura, la sociedad e incluso la familia donde crecemos. Esentido común de tu abuelita en Córdoba no es el mismo que el de un millennial viviendo en pleno centro de la Capital. Por eso, quizá lo que estamos viendo en realidad es una falla en el consenso cultural sobre qué normas vale la pena mantener.

Yo veo poca tolerancia, personas tan apuradas y abrumadas que sus cerebros priorizan solo sus objetivos. Quizá el sentido común se pierde por fatiga, no por maldad. O quizá no es maldad, sino indiferencia (que también es bastante cruel en muchos sentidos), y nos importa poco y nada lo que pasa en el mundo de los demás.

Dicho todo esto, creo que lo mejor que podemos hacer es seguir siendo unicornios. Hay que aceptar que tener sentido común es una decisión, una que no siempre incluye la reciprocidad del otro.

Y vos, ¿cuál fue el último «sentido incomún» que te hizo sentir como un bicho raro? Te leo.

¿Te gustó? Entonces el sentido común debería decirte que lo compartas

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