A veces me pregunto si cuando mis nenas me dicen «voy» y nunca vienen, a menos que las llame siete veces, me molesto porque es un reflejo de mí —y de esa teoría que dice «si te afecta es porque en el fondo sos así»— o, más simple, es solo la frustración de tener que insistir tantas veces. Pero sea cual sea el motivo (que no es el punto del post), esto me hizo plantearme una pregunta: ¿estas respuestas son una extensión de la procrastinación moderna?
Creemos que está bien enojarnos por esas situaciones, pero ¿por qué no nos enojamos con nosotros mismos cuando postergamos nuestras cosas? Mañana limpio (acá le decís a tu casa “voy”); arranco el gym la semana que viene (acá le decís “voy” a tu cuerpo que quiere quitarse ese salvavidas de grasa); quiero más dinero, pero me da flojera buscar otro ingreso (acá le decís “voy” a la calidad de vida que querés). En esencia, estamos delegando esas tareas a una versión idealizada de nosotros: «mi versión del futuro». Creemos que ese yo tendrá más tiempo, energía y fuerza de voluntad que el presente.
La paz que ganamos al posponer las cosas es ficticia. Es una tregua momentánea, un alivio que dura cinco minutos. Cuando esa versión del futuro se convierte en el presente, la tarea sigue ahí (¡qué sorpresa! ¿No?), pero ahora viene con una dosis extra de ansiedad y culpa por el tiempo perdido. Es un ciclo vicioso en el que delegamos para evitar el malestar, pero solo lo multiplicamos para el mañana. Esto, además, demora esas cosas que queremos lograr para mejorar nuestras vidas.
Como siempre comento en este blog: yo no vengo a dar soluciones mágicas para evitar la procrastinación, pero quiero compartir esta reflexión porque al menos a mí me ha estado ayudando. La verdadera productividad no es hacer todo, sino empezar algo hoy. No tenés que limpiar toda la cocina, solo dejar todo ordenado para que el próximo día puedas limpiar con todo lo necesario a la mano. No tenés que correr 10 km, usá el tiempo que dura el próximo capítulo de Tulsa para dar unas vueltas a la manzana. Quizá no vas a estar fit por 50 minutos de caminata, pero te aseguro que algo en tu cabeza va a cambiar la forma en la que ves las cosas, y te vas a plantear metas sin enfocarte en el resultado, sino en el proceso que vas a ir amoldando poco a poco.
¿Te gustó? Compartilo hoy, o quizá mañana…
2 respuestas
No sé me ocurrió plantear mi procrastinación como superable. Es lo primero que leo de tí (vergonzosamente)y quedo con ganas de conversar pero sin saber que decir.
Te felicito y deseo mucho éxito en esta nueva fascinante aventura…
¡Gracias por los buenos deseos! Más importante que saber qué decir es saber que hay algo para decir. Si no te sale con palabras, ¡busca otra forma!