Más de una vez habrás escuchado (o dicho) que no hay palabras para expresar lo que sentís. Yo creo que hay un género literario que se acerca: la poesía. En cierto modo, es uno de los estilos más honestos que intenta hacerlo, y por eso puede llegar a ser tan incomprensible.
Son sentimientos que a veces parecen rebuscados, desordenados, sin sentido, pero es exactamente lo que pasa por el corazón del poeta, quien solo hace su mejor esfuerzo para traducir algo muy personal. La poesía es un mero vehículo, el medio para un fin, y no es casualidad que encontremos incoherencias, pues la vida misma es un concepto muy abstracto para muchos de nosotros que aún buscamos su sentido.
Esta es la única justificación que necesita cualquier poesía habida y por haber. Si escribís un par de versos, ellos son solo tuyos, y no tienen por qué ser verosímiles; la existencia misma a veces no lo es.
Lo cierto es que todos somos poetas por el simple hecho de que sentimos y buscamos formas de expresarnos, solo que algunos lo plasman en papel. Además, en el mundo de la poesía todos somos niños jugando en un corral de arena. Niños que no se conocen, pero juegan juntos y se asombran por cada movimiento que hace el otro, incluso si no lo comprendemos.
En mi opinión, lo maravilloso no es intentar entender o descifrar el significado de lo que llevamos dentro. Eso es trabajo para otra disciplina. Para mí, la poesía es un acto de «compartir la música». Después de todo, los sentimientos siempre están con nosotros, pero solo la poesía nos invita a exteriorizar sin barreras, a tejer con un par de retazos de lo que tenemos dentro.
Y sí, ya sé que antes dije que tu poesía es solo tuya, pero también lo son mis brazos, y yo los uso para dar abrazos.
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